COGNICIÓN Y ESTILOS DE PENSAMIENTO

Norma Rosa Rivero

Caracas, USR-LINEA-I, 2000


1. MARCO REFERENCIAL Y BASES TEÓRICAS.

1.1. El Estudio del Pensamiento

Conocer acerca del pensamiento es una tarea apreciable que nos lleva a variados y contradictorios lugares epistemológicos y metodológicos, que nos dicen de lo complejo que ha resultado el situarse en destinos definitivos sobre su naturaleza o significación como componente distintivo en la evolución del hombre. Su vinculación a señalamientos metafísicos, religiosos o éticos impregnan su certidumbre para erigirse como proceso eminentemente cognitivo que concede privilegios sobre otros miembros de la escala animal y de imposible disociación de la condición racional humana, tal como lo asumen las ciencias cognitivas en este final de siglo.

Los estudios acerca del pensamiento tienen sus raíces en los escritos de los filósofos griegos de la época clásica y detentan como denominador común la confianza absoluta en la razón como instrumento de conocimiento dentro de un contexto naturalista en el que el interés por la materia no viviente caracteriza la aproximación como fenómeno natural de las sensaciones y percepciones; esta cosmología, que no diferencia entre materia y espíritu en hombres, plantas o animales, aún cuando se fundamenta sobre un racionalismo natural, se reviste de explicaciones metafísicas acerca de sí misma y con ello hacia todo lo que signifique pensamiento o cognición, de ahí el que para señalar esas facultades se utilice el término alma.

Poco a poco, comenzará a dilucidarse esa distinción de la materia y el espíritu, manteniéndose la alusión hacia las facultades del intelecto, pero ya tras el resguardo de nuevos espacios epistemológicos le que darán configuraciones distintas al alma, y que de acuerdo con Misiak (1969) pueden ser sintetizados en el materialismo de Demócrates, el idealismo de Platón y el realismo de Aristóteles, quienes conformarán los tres pilares filosóficos de necesaria y predominante referencia hasta la edad media. Pero será con Sócrates y Platón, al ocuparse del conocimiento en el hombre y de sus atributos espirituales desde una visión antropológica, cuando se sustenta el instrumento de conocimiento, tal es la razón, sobre bases de un método y se establece la noción de alma o ‘psique’ para aludir al atributo intelectual en el hombre, término que con el tiempo daría lugar al de “psicología”, que literalmente significa estudio del alma o psique Aristóteles representará a su vez la integración del alma dentro de un cuerpo, con facultades de materia.

De allí en adelante, desde el renacimiento con Descartes como la referencia necesaria en la distinción pensamiento como atributo mental y la extensión como atributo del cuerpo, hasta el logro del estatus de ciencia independiente de la filosofía, la psicología junto con otras ramas que han contribuido con ella en el estudio del hombre, se ocupa del pensamiento de acuerdo con los cánones científicos del momento, debatiéndose constantemente entre la naturaleza de los procesos mentales y el problema mente-cuerpo.

En las líneas siguientes, brevemente revisaremos algunos hitos notables que nos ayuden en la explicación acerca de cómo el alma, que razona y organiza el mundo, al desprenderse progresivamente de su condición metafísica primigenia se transforma en pensamiento, en principio asociacionista, luego conexionista para arribar al de expresión lógica traducible en mecanismos computacionales consagrada en la revolución cognitiva de la segunda mitad del siglo XX.

Primer período: el alma racional.

Antes de iniciar la tarea de conocer el tratamiento que ha recibido en el transcurso de la historia el pensamiento desde la perspectiva de característica cognitiva que distingue al hombre del resto de los seres vivos, creemos oportuno definir algunas consideraciones válidas particularmente para este primer período. La primera de estas consideraciones se inserta en la distinción necesaria entre meta-investigación e investigación-objeto cuando se produce algún solapamiento entre el objeto de estudio y los recursos o métodos para estudiarlo. Como ya hemos señalado, la intención de estas líneas se orienta hacia un espacio de conocimiento que pretende dar cuenta de cómo el pensamiento, visto como proceso eminentemente cognitivo, ha interesado a los estudiosos bien sea como causa o efecto de la relación del hombre con el mundo. Sin embargo, no podemos soslayar el hecho de que la historia del pensamiento se inserta en la historia del pensamiento filosófico como disciplina común a todas las ciencias y que para abordar el significado y uso del concepto pensamiento debemos remitirnos al pensamiento griego expresado a través de algunos de sus representantes, lo cual conduce a estudiar el pensamiento a través del pensamiento. Por ello, separando estas acepciones, al hablar de pensamiento estaremos refiriéndonos al proceso cognitivo, nuestro objeto de estudio, mientras que la expresión estudios sobre el pensamiento dará cuenta de las posiciones filosóficas, epistemológicas y metodológicas para explicarlo. La segunda consideración pretende destacar que el pensamiento es a menudo utilizado como sinónimo de razón, racionalidad, cognición con antecedentes en el alma, psique, mente, lógos y otros, por lo que cuando se considere pertinente acotaremos el respectivo alcance.

Los estudios precursores sobre el pensamiento se remontan a la antigüedad, como se señaló antes. El hombre se aproxima y organiza el mundo que le rodea usando la herramienta fundamental para ello: la razón. De eso estaban seguros los filósofos griegos de los siglos vii, vi y v a.C., a pesar de que lo que entendían como razón estaba estrechamente vinculado con la metafísica, tal es reflejada en los postulados de algunos de ellos. Por ejemplo, Pitágoras (575-500 a.C.), inmerso en un contexto cosmológico, supone una realidad objetiva independiente al sujeto, integrada por cosas, siendo el número la sustancia que compone esas cosas, los cuales al igual que la realidad, se presentan ante la conciencia como entes independientes y ello tiene que ver con el alma porque todo conocimiento debe dispensar un compromiso gnoseológico numérico o matematizable. El sujeto es capaz de actuar sobre los objetos usando la razón, que lo conduce a la realidad objetiva. Lo real no es el cuerpo, ‘sino el punto’.

Para Heráclito (535-465 a.C.), el lógos es un proceso dialéctico que rige el movimiento y es al mismo tiempo ley del pensamiento, la posibilidad de conocimiento. Zenón (495-430 a.C.) en esta línea de valoración al razonamiento, orienta su intención a desacreditar las sensaciones afirmando que “el pensamiento, para adecuarse a lo real, no debe aceptar el Ser divisible sino el Ser uno, compacto, continuo, no discreto y finito. La racionalidad del Ser es la imposibilidad de la pluralidad y el movimiento, tanto de la generación y la destrucción como del movimiento cualitativo” (AAVV, 1978:22). A él se le reconoce por establecer los debates filosóficos que favorecen la discusión razonada, de ahí que Aristóteles le considerase el creador del razonamiento dialéctico.

Demócrito (460-370 a.C.) en su teoría atomística, le asigna un carácter material a todo lo que existe, incluyendo los fenómenos de la naturaleza, las operaciones mentales y al alma cuya ínica disparidad con el cuerpo se traduce en las formas diferentes de sus átomos; acepta una forma de conocimiento que equilibra lo sensorial con lo racional, dando a cada uno de ellos la comodidad de conocer realidades diferentes. Su sistema “relaciona el pensar físico y el racionalismo matemático; que relaciona la continuidad y la discontinuidad de manera tal que es posible el movimiento superando las contradicciones que se presentaban en el racionamiento al admitirlo, sintetizando las tesis de los escolásticos, de Heráclito y de Pitágoras” (AAVV,1978:33).

Sócrates y Platón marcan un punto especial en la historia de lo que luego será la psicología, al deslindar la materia del espíritu dentro de una visión antropológica. En Sócrates (469-399 a.C.) se soslaya el interés por la naturaleza, originándose una tendencia hacia el hombre. Unos de sus aportes importantes son la inducción y la definición, que se materializan en el método que en esencia representan una evolución cualitativa significativa debido al tratamiento que le imprimió a la primera, como medio para llegar al conocimiento general, y de cómo lograr la segunda, sorteando errores factibles; algunos sostienen que “debido al uso simultáneo de la inducción y la deducción y el empleo de hipótesis, el método de Sócrates tiene, en sentido general, un carácter hipotético-deductivo” (ver supra:35).

Platón (428-348 a.C.), en su Teeteto, expresa la negación de que el conocimiento tiene que ser identificado con el sentido de percepción; añade que las proposiciones provenientes de la experiencia, sustentada sobre fenómenos del mundo físico visible sujeto a cambios con cierto grado de probabilidad, no son objetos propios del conocimiento. A lo sumo, ellas pueden ser opiniones mejor o peor sustentadas. Es el conocimiento, sobre la base de la razón utilizada adecuadamente, el que conduce a ideas racionales ciertas sobre el mundo real. En Menón, su maestro Sócrates, muestra la posibilidad de que un esclavo ignorante llegue a formular el Teorema de Pitágoras como medio para sustentar su creencia de que el conocimiento tiene origen innato y se encuentra depositado en el alma.

El primer tratado de psicología racional que se conoce se atribuye a Aristóteles (384-322) y se titulaba ‘Sobre el alma’. Su particularidad radica en que se abandonan las posturas míticas, religiosas o populares en la explicación de lo que es el hombre. Para él, todo ente consta de dos principios, la materia y la forma organizadora de la materia, bien sea animal, vegetal o humana, y a esta forma la llamó ‘psiques’ o almas. De ahí que la psique humana o alma racional o espiritual sea el principio vital que por naturaleza organiza la materia en seres pensantes o animales racionales.

Ahora, podemos intentar una primera conclusión simplificadora de lo que es el pensamiento en este primer lapso: el hombre conocer y actuar sobre el mundo por medio de la razón, razón que tiene su asiento en un alma metafísica, pero alma racional al fin, opera sobre entidades matematizables o trasladable a entes lógicos, con recursos metódicos que combinan la inducción y la deducción, desdeñando la fuente sensorial ante la certeza que brinda el instrumento cognoscente elemental capaz de llegar a las verdades últimas: el pensamiento. De aquí en adelante, sin embargo, el pensamiento como todo aquello que compete al hombre y su naturaleza, caerá definitivamente bajo el cobijo de la iglesia y sus doctrinas espirituales del alma pero ya sin la preocupación por el proceso de razón que da al hombre su acceso a la verdad racional; ahora ella está bajo la potestad de Dios y sus representantes; la idea de la salvación eterna y el camino para alcanzarla constituye el ideal metafísico que debe dominar por el bien de la humanidad. El hombre y su razón poco pueden hacer para trascender, sobre la base de esta última, en un contexto histórico medieval en el cual se le despoja de su integridad cognitiva.

Segundo período: la asociación de ideas.

Este segundo período coincide con el Renacimiento surgido a partir del siglo xiv. Nos encontramos así, en 1538, con un libro llamado ‘Sobre la mente y la vida’, escrito por Vives (1492-1540) en donde se habla, sobre la asociación de ideas, aprendizaje y memoria, en su primera parte, del alma racional, sus facultades y los sentimientos y emociones en la segunda y última parte respectivamente, lo que según Misiak (1969) le hizo ganar la consideración como el mayor ‘psicólogo’ de su tiempo y de los tres siglos siguientes.

Pero sin duda, los filósofos racionalistas del siglo XVIII marcan una línea de trabajo que dará sus frutos en la revolución cognitiva del siglo XX. Se inicia en la época moderna con Descartes (1596-1650), quien le imprime un viraje epistemológico a la futura ciencia de la psicología al postular lo que considera una verdad innegable: pensamos y lo hacemos como parte de una experiencia directa e introspectiva y todo lo que se basa en ello debo asumirlo como verdadero. Su método, el de la duda sistemática, le permitió poner en tela de juicio cualquier hecho del cual no tuviera absoluta certeza, constatando que después de ello sólo estaban sus dudas y estados de conciencia. El alma no es ya la forma sustancial del cuerpo sino algo que se manifiesta como pensante: el espíritu. Las ideas aritméticas y geométricas, a su juicio eran indubitables y provenientes de la mente. A través de él se retoman postulados griegos que se sustentaban en la creencia de la primacía del pensamiento y las ideas innatas, gracias a las cuales podemos conocer. Así dice en su Discurso del método:

Mientras de tal modo rechazamos todo aquello de lo cual podemos tener la menor duda, e incluso imaginamos que es falso, fácilmente, de hecho suponemos que no hay Dios, ni cielo, ni cuerpos, y que nosotros mismos no tenemos ni manos ni pies, ni cuerpo, en último término; pero no podemos suponer de la misma manera que no somos, en tanto que dudamos de la verdad de estas cosas; porque hay una repugnancia en concebir que lo que piensa no existe al mismo tiempo que piensa. Por consiguiente el conocimiento de que ‘pienso, luego existo’, es el primero y más importante de los principios ciertos que se me ocurren.

Aún cuando, en un principio supuso que es mediante los sentidos que surge toda experiencia y pensamiento, en sus Meditaciones declina la importancia de los sentidos otorgando a la mente todo pensamiento y creatividad, con tres funciones a saber: conocimiento intelectual, volición y sensación. Ya en ese momento, entendió el cuerpo humano como un autómata, con dos entidades separables, cuerpo y mente, esta última con autonomía propia.

Para Leibniz, uno de los filósofos más reconocidos del siglo XVII, el pensamiento es el fundamento del ser, un instrumento del conocimiento. Asiente sobre las ideas innatas contenidas en el intelecto y expresa la necesidad de analizar todas las ideas en la búsqueda de aquellas de naturaleza simple que nos permitan, tanto llegar a elementos nuevos mediante su combinación como establecer un alfabeto lógico para reducir el mundo de nociones compuestas a las simples. Su interés primordial en el cálculo lógico realizado por máquinas lo ubica como precursor intelectual de la cibernética y confirma su convicción de que el pensamiento humano podía ser expresado a través de un lenguaje simbólico en la forma de un cálculo lógico universal o característica universal capaz de ser traducido a una máquina y ser fundamento de la lógica y de la matemática.

Kant, a finales del siglo XVIII, reconoce un elemento a priori orientado hacia las formas que junto con el contenido del mismo o el elemento a posteriori forman la unidad del conocimiento, es decir que su juicio, el conocimiento se compone de la experiencia sensible y de lo que se construye a partir de ella. Llamó categorías de pensamiento a unos conceptos elementales del entendimiento puro que conforman el bagaje mental del individuo; estos conceptos elementales son: la cantidad - unidad, totalidad y pluralidad -, la cualidad - realidad, negación y limitación -, la negación - sustancia y accidente, causa y efecto y reciprocidad -, y la modalidad - posibilidad, existencia y necesidad -; pero además como complemento de ellos, supuso la existencia de esquemas que actúan de manera intermedia entre la información sensorial y la abstracción a priori, quizá en una muy lejana alusión a la hoy llamada representación mental.

Filósofos empiristas ingleses del siglo XIX: Locke asume que la fuente del conocimiento se encuentra en la experiencia sensorial, oponiéndose radicalmente a la introspectiva ya reiterada por Descartes. La mente, la razón y el conocimiento sólo surgen de la experiencia sensorial. Clasificó las cualidades externas en simples y complejas, primarias y secundarias. La combinación de ideas simples origina las complejas, siendo ambas apreciadas por el hombre debido a su capacidad pensante y reflexiva cuya fuente de conocimiento está depositada en la interacción de esas ideas obtenidas por medio de la experiencia. La teoría de la ‘química mental’ del filósofo inglés, Mill, tuvo notable influencia sobre los primeros psicólogos alemanes. Consideraba que las ideas complejas surgen a partir de ideas simples aun cuando no están constituidas por ella, al igual que sucede en los compuestos químicos, que cuando dos elementos se unen aparece algo que no integra a los elementos por separado; se necesitaba, por tanto, de la experiencia sensorial para obtener ideas y por lo tanto, pensar.

Por su parte Berkeley, negó que el mundo material existiera de manera independiente de nuestra percepción, a la par que Hume, promulgaba que la razón es sólo una asociación con distintas sensaciones o experiencias; de allí, que la noción de causalidad como paso para establecer relaciones de regularidad entre sucesos no permite la inferencia de correlaciones sino la posibilidad de que un evento de repita de la misma forma, por lo tanto sólo evidencia una manera usual de pensar. La mente, no es mas que la percepción con nombre abstracto.

Es así como, en el siglo XIX se encuentran dos vertientes en los estudios sobre el pensamiento asociadas, una con el empirismo inglés, representados por Hume, Berkeley y Locke, y la otra adscrita a la tradición del racionalismo con Descartes, Leibniz y Kant, en las cuales se contrapone una noción de pensamiento como simple medio para proyectar la imagen del mundo exterior contra la que expone al pensamiento como principio universal y organizador de la realidad.

Cuando Wundt funda el primer laboratorio de psicología experimental en 1879 en Leipzig, Alemania, pretendía analizar la estructura de los estados de conciencia a partir del dato sensorial mediante el método de introspección o de observación pura; de allí, que este sistema en psicología se conoce como estructuralismo. Siendo la psicología la ciencia de la experiencia inmediata, su método ideal es la introspección, cuyo significado es ‘mirar hacia dentro’; éste consistía en pedirle a los sujetos que reportaran sus experiencias, lo más objetivamente posible, al percibir y juzgar los estímulos que se les presentaban en condiciones controladas de laboratorio. Los resultados obtenidos lo llevaron a concluir que todos los procesos conscientes constaban de tres elementos: sensaciones, imágenes y sentimientos y que se combinaban de manera tal que el resultado no sólo tiene un agregado de los elementos sino algo diferente a la asociación de los mismos Wundt era escéptico hacia la creencia de que el pensamiento pudiera ser abordado experimentalmente.

Külpe, discípulo de Wundt, y que creía que los fenómenos de pensamiento eran susceptibles de tratamiento experimental, fundó la Escuela de Würzburgo en 1896; en esta escuela, se encontraban también Marbe y Bühler y pronto fue reconocida principalmente por sus investigaciones sobre el pensamiento. Postularon que el pensamiento no siempre tiene imágenes ni es consciente, por lo que el uso del método introspectivo es limitado; asimismo, concluyeron que los contenidos mentales complejos tenían características particulares imposibles de deducir a partir de sus componentes. De la imposibilidad de acceder a los procesos internos de pensamiento resultó a corto plazo en su abandono como objeto de estudio y la búsqueda de criterios más accesibles con métodos distintos al introspectivo.

El estudio de los procesos mentales con fundamentos en los avances de la psicología como ciencia independiente se van consolidando en el siglo xx bajo el dominio epistemológico del llamado Círculo de Viena, sociedad integrada por estudiosos con notable preparación científica. Algunos de ellos se ocuparon de los fenómenos de la mente, como Carnap en su posición de reducir la psicología en la física, lo que en cierta medida refleja la concepción misma de la psicología como rama de la filosofía de la ciencia. Dentro de esta línea de aproximación filosófica y analítica, se destacan los aportes de Russell, al examinar algunos conceptos psicológicos en su Análisis de la mente, en donde expone la construcción lógica del mundo a partir de la experiencia en 1921, Ryle, 1949, con la publicación de El concepto de mente, en el que defiende que los procesos mentales no tienen que ser necesariamente internos e inobservables, sino que están más próximos a la disposición como conducta; Wittgenstein, sosteniendo una correspondencia formal entre el mundo y sus objetos, el pensamiento y el lenguaje, en lo que se conoce como el primer Wittgenstein, mientras que par el segundo, la filosofía de la mente no es psicología científica sino fundamentación filosófica de la psicología.. .

Los antecedentes de psicología conductista se remontan a la filosofía moderna. Así lo reseñan Garnham y Oakhill (1996:20):

La filosofía moderna empezó con el filósofo francés René Descartes (1596-1650) y, durante más de los dos siglos siguientes, la epistemología - la teoría del conocimiento - fue el tema central de la filosofía. El debate más importante de entonces se centraba en el origen del conocimiento: ¿aprendemos todo lo que sabemos mediante la experiencia, como sostenían los empiristas, o tenemos ya al nacer algún conocimiento, como creían los racionalistas? ... Los psicólogos [experimentales] tomaron su definición de conocimiento de la parte empirista del debate... Su tesis era que el conocimiento se construye a partir de lo que ellos llamaron <ideas>. Dado que todo conocimiento se aprende mediante la experiencia, las ideas deben introducirse de alguna manera en la mente de las personas, y la ruta principal hacia la mente es a través de los sentidos... Aunque nunca presentaron una explicación detallada, los empiristas defendían que todas las complejidades del pensamiento humano podían explicarse en términos de ideas y de asociaciones entre ellas.

El pensamiento se define en este contexto como asociación entre ideas simples, que pueden variar en cuanto a frecuencia o intensidad; ideas que también provienen de la experiencia o son producto de la mente a partir de combinar ideas simples para lograr ideas complejas, ya que no tenemos la capacidad de crear ideas simples o de la nada.


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